lunes, 11 de junio de 2012

Bleu. This is a note in blue

Si me preguntan, siempre diré que la música y el cine son las dos cosas más efectivas que el hombre ha inventado para curarse el alma. No por nada son artes. Ahora que lo vuelvo a pensar, que lo analizo con otros ojos, el asunto me queda más claro. Y creo que las personas que más me llegan son aquellas que pueden y saben mezclar esas dos cosas que definen al ser humano: la razón y la pasión. Los directores de cine (los buenos directores de cine) son expertos en estos menesteres. Para muestra un color: Azul, para mi gusto, una de las mejores creaciones de Kieslowski. 

La historia contada no tiene mucho chiste, aunque el director sabe mezclarla con algunos de sus intereses. Julie (Juliette Binoche), la protagonista, pierde a su esposo, Patrice (Hugues Quester), y a su única hija en un accidente de automóvil. La trilogía de Kieslowski se basa en los tres principios de la bandera francesa: libertad, igualdad y fraternidad. En esta primera entrega, la libertad se resume en la intención de Julie de iniciar una nueva vida y liberarse del pasado que la ata a su esposo e hija. Sin embargo, Sandrine (Florence Pernel), una periodista, la busca insistentemente para que hable sobre la vida de su esposo, un famoso compositor. Al mismo tiempo, Julie tiene un encuentro con Olivier (Benoit Regent), el ayudante de su esposo con quien tiene una relación amorosa y quien la convence de terminar una obra inconclusa que dejó su marido. 

La banda sonora de la película complementa al personaje de Julie, pues la historia sugiere que era Julie quien componía la música de su marido. La música, compuesta por Zbigniew Preisner, es melancólica y refleja la tristeza y desolación del personaje. Al igual que Julie, la música se transforma conforme se desarrolla la trama: al principio, el tono es melancólico y deprimente, pero al tiempo que Julie se reencuentra con el mundo, la música se vuelve más intensa, hasta llegar a la libertad total, donde las melodías son más fuertes y más seguras. 

Esta simbiosis entre el personaje y la música llega su clímax cuando Julie y Olivier terminan de componer “La canción para la unificación de Europa”, tema en el que estaba trabajando su marido al momento de morir y que refleja la esperanza del personaje una vez que se deshizo de los fantasmas de su pasado. Así, la conclusión de la canción marca el inicio de una nueva libertad para Julie. El paralelismo no sólo se queda en el personaje, sino también refleja una nueva libertad para Europa que, en 1993, inició un nuevo esquema político basado en un poder supranacional con el objeto de unificar los fundamentos legales para el ejercicio de las libertades económicas, políticas, sociales y los derechos humanos. El mundo de Kieslowski es azul, tan azul como el real. Eso no es nuevo. Lo interesante son las tonalidades con las que podemos escucharlo, verlo, palparlo.


Tres colores: Azul (Trois couleurs: Bleu), Dir. Krzysztof Kieslowski, 1993.




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